Una de las situaciones más estresantes y complejas que puede atravesar una compañía es tener que cambiar de nombre, ya sea por la pérdida de derechos sobre una marca, la falta de disponibilidad jurídica, algún tipo de conflicto legal, la venta de la marca o la obsolescencia del mensaje. El renaming exige, por una parte, una gran convicción por parte de los responsables de la marca y, por otra, la capacidad de liderazgo que implica tomar dicha decisión aceptando una gran dosis de riesgo. Cualidades que no se encuentran tan a menudo como debieran en los distintos niveles de dirección de las empresas. Los procesos de cambio de nombre demandan, por tanto, la ayuda de un experto que transmita seguridad y con una amplia experiencia en este tipo de situaciones.
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